Jacques Servin estaba frustrado con su trabajo como programador de juegos en Maxis's Sim. Hace dos años había estado trabajando muy ilusionado en un proyecto cuando la empresa le obligó a abandonarlo y centrarse en un nuevo juego que la empresa quería lanzar al mercado a bombo y platillo: SimCopter.
Por si era poco, el nuevo juego estaba lleno de rubias-tontas-pechugonas. Servin decidió hacerles algunos cambios a esos personajes para que tuvieran un look, en sus propias palabras, "más cercano al de las drag queens".
Casualmente tuvo acceso al tablero de proyectos del RTMark, un grupo de subversión anti-corporaciones "que apoya la alteración informativa de productos corporativos".
Este grupo, responsable de la subversión de las voces (y los previsibles discursos) de muñecos como la Barbie hace unos años, ofrece sumas de dinero a los empleados de determinadas compañías que estén deseando hacer algo por evidenciar las políticas que siguen sus empresas.
Antes de que nadie pudiera advertirlo, Servin, que es gay, había añadido sus propios "himbos" (atractivos y musculosos hombres que aparecían alegremente por la pantalla del videojuego haciendo piruetas y dándose besos. Inmediatamente Servin fue despedido. El "trauma" fue atenuado por RtMark que le apgó a Servin 5000 dolares por la intervención (por suerte para Servin, puesto que le denegaron el seguro de desempleo).
Aparte de las cuchufletas que la intervención de Servin ha provocado entre la industria de los videojuegos, se hace evidente una llamada de atencion: los programadores tienen poder y no se lles puede reprimir constantemente. Son el corazón de la viabilidad de una compañía, pero son humanos, quieren que se aprecie su trabajo, divertirse un tanto y trabajar en un buen ambiente.
No estaba a gusto con el trabajo que tenia que hacer -dice Servin, que vive en San Francisco- Y quería que se viera con claridad. Para Servin que había escrito los códigos de personajes mucho más complejos,la intervención no supuso ninguna complicación extraordinaria...